jueves, 12 de septiembre de 2013

RETORNAR

Todo acaba. Después de mucho caminar, surgen repentinamente   a lo lejos las torres de la Catedral de Santiago. Comprendo por qué la sabiduría popular llamó a ese lugar Monte del Gozo, pues la alegría que experimenta el caminante en ese momento es indescriptible. Debo reconocer que mi entrada en Santiago la tenía preparada. Quería ir completamente solo y con la musica preparada para la ocasión: Now we are free, banda sonora de la película Gladiator. Ya el título de la canción me pareció significativo y quería que el recuerdo de esta ciudad permaneciera ligado a esta música. Ahora, escribiendo estas lineas sonrío pensando en la teatralidad de mi puesta en escena. Al fin y al cabo, todos tenemos mucho de cultura cinematográfica. La ciudad no me decepcionó. El bullicio de vendedores, peregrinos llorando, amigos del camino reencontrándose...multitud de aromas mezclándose en el aire azul de esa mañana de septiembre con el sonido incansable de gaitas en las calles de acceso a la Catedral.
El objetivo de mi peregrinación está cumplido.
Sentado frente a la escultura del Viejo Santiago, todo el viaje pasa por mi mente como una película: las personas que he conocido, los momentos de soledad, el dolor físico en el cuerpo tras la marcha....todo queda ahí, en el recuerdo de algo que fue. El camino me ha enseñado que no soy autosuficiente; que tengo limitaciones físicas, que necesito de los demás; que la mochila es una alegoría de la Vida y que, como dicen por aquí: Quello que non sirve, pesa.
 Es en este momento cuando doy gracias a Dios por las oposiciones aprobadas, por la salud, por mi familia...y me vienen a la mente todas aquellas personas a quienes quiero, y pido que la vida les sonría. A todas. Y tengo la sensación de estar siendo escuchado...
Ya en el hostal, con las torres de la Catedral frente a mi, guardo mis viejas y polvorientas Panamá Jack y mis pantalones para andar....y siento nostalgia. Atrás quedan los albergues, el vaivén de las mochilas...¿y ahora qué?
Estoy en la estación de tren de Santiago y una multitud de peregrinos volvemos a casa; me sorprende el silencio que reina en el andén. Creo que todos compartimos un sentimiento parecido.
Gracias a quienes habéis seguido estas reflexiones. Gracias por los comentarios. Gracias a los muchos que me habéis seguido sin haber comentado, me consta quienes sois... Todo ello quedará cerrado en este humilde blog, y permanecerá unido en una especie de cápsula del tiempo, perdida en la inmensidad de la Red.
Antonio P. Vera
Santiago - Sept. 2013

martes, 10 de septiembre de 2013

El Gato y yo

Cada día tiene su afán. Y el mío se ha convertido en llegar cuanto antes a Santiago. Los días van pasando, y la mochila cada vez pesa más. ¿O no es la mochila lo que pesa sino la ausencia de Rosa, de Valeria...? Hecho de menos mi casa. Y aunque sabía que este momento iba a llegar tarde o temprano, me sorprendo a mí mismo preguntándome al final del día, qué diablos estoy haciendo en la otra punta del país tan lejos de los mios. Escribo después de haber caminado 39 km, completamente exhausto, y con el susto aún en el cuerpo de ver cómo oscurecía y no había sitio para dormir en ninguna parte. Aquí los pueblos son eso: pueblos; y muchos no tienen más de cuarenta o cincuenta habitantes, por lo que las posibilidades de alojamiento se reducen. Las imprudencias se pagan, y yo pago haberme pasado de la ciudad fin de etapa. Pero como Dios aprieta pero no ahoga, finalmente encontré donde dormir. Y ahora, reconfortado después de una caliente ducha y un enorme bocadillo, escribo estas reflexiones a fin de que algún día sirvan para recordarlas. La noche es fresca pero despejada. El único peregrino que hay en el albergue del pueblo Castromayor soy yo,
gracias a que no figura en ninguna guía. Estoy en el porche de la casa, completamente a oscuras y frente a mi se despliega el cielo más estrellado que jamás pudiera haber imaginado. Gracias a la ausencia de contaminación lumínica empiezo a entender el por qué de Campo de Estrellas...Campus Stellae ...Compostela.

Comparto mi cena con un gato hambriento al que voy lanzando trozos de embutido. Poco a poco voy recordando el sentido de este viaje. Paulatinamente mi ánimo se serena y todo vuelve a estar en orden....
Mientras pienso que solo me quedan ochenta km para alcanzar mi meta, el ya no tan hambriento gato me mira fijamente, quizas pensando quien será el tipo ese que le da de comer y contempla en el cielo las estrellas y la mítica Vía Láctea...A lo lejos se oye un mugir de vacas que lejos de inquietarme, me relaja. Después de todo, el día no acabó tan mal.

sábado, 7 de septiembre de 2013

ULTREIA E SUSEIA

Durante el transcurso del Camino, en una sola jornada el caminante pasa por los más variopintos estados de ánimo; desde el  convenvencimiento más absoluto de que terminar la jornada será imposible hasta la euforia más delirante cuando alcanzas el albergue. Mi destino de hoy es Villafranca del Bierzo. Es un pequeño pueblo enclavado entre verdes montañas, en el que da la sensación de que el Tiempo transcurre más despacio. Es aquí, donde encuentro  el albergue en el que decido quedarme: Ave Fénix.  El nombre ya me parece sugerente. Aquí he conocido a un Gran Maestro. Es un viejo pescador que colabora en el albergue, y es poseedor de una sabiduría que no se adquiere en universidades ni en libros. Sólo mirándote es capaz de penetrar en lo más profundo de tu ser y diagnosticarte tus miedos. Todo en él es alternativo, y posiblemente su aspecto y su indumentaria no se correspondan con la profundidad de su pensamiento. Si alguien decidiera venir algún día, le recomiendo vivamente que haga lo posible por conocerle.
Por lo demás, el Camino va transcurriendo lentamente, a veces solo, a veces con algún peregrino que te acompaña unos kilómetros... y cada uno cuenta su motivo para caminar a Compostela. Es sorprendente cómo en deteterminadas circunstancias es más fácil contarle algo a un  desconocido dispuesto a escuchar que a un amigo de siempre. Tras una noche dura, de insomnio y de frio, amanezco sorprendentemente fresco para afrontar uno de los retos físicos más fuertes de la peregrinación: la subida a O Cebreiro, a 1.350 m. de altura. Mientras salgo del albergue, el viejo pescador me despide al grito de Ultreia e Suseia: hacia adelante y hacia el cielo.

jueves, 5 de septiembre de 2013

HASTA SIEMPRE, LEON

La Catedral de León es El  Sueño de la Luz. Quedo impresionado por el trabajo de aquellos hombres y mujeres que hace casi mil años consiguieron alzar  vidrieras de color hacia el cielo, desmaterializando las paredes de piedra y sustituyendo ésta con vidrieras inundando la Catedral de una policromía sobrenatural.
El día amanece triste y gris. Unas gotas de lluvia no hacen sino presagiar una jornada pasada por agua.  No pensé que tuviera que estrenar tan pronto mi chubasquero....Tras un buen desayuno a los pues de la misma Catedral emprendo mi marcha hacia Ponferrada, tierra de templarios. Todo en ella evoca constantemente a la Orden del Temple. Ahí es donde comienzo realmente a andar. Desde la ventanilla del autobús que hacia allí me lleva, van pasando pueblecitos y aldeas que jamás había oído; me invade una gran sensación de ignorancia. El paisaje es recio, adusto y castellano en su máxima expresión. Tanto paisaje como clima se funden en una perfecta atmósfera que propicia el recogimiento, la reflexión, y tal vez la oración más pura.

martes, 3 de septiembre de 2013

HAY QUIEN CREE QUE LA AVENTURA ES PELIGROSA...LA RUTINA SI QUE ES LETAL. LA PARTIDA

¿Quién podría explicar un sueño? Aún más, ¿quién necesita explicarlo y a quién? A estas alturas de mi vida -posiblemente y con suerte en el ecuador de la misma- prescindo de cualquier justificación  para emprender uno de los retos que anhelé desde mi juventud.
Como buena excepción que confirma la regla no encontré demasiadas trabas ni problemas a la hora de mi partida. Antes bien, encontré el apoyo incondicional de Rosa, organizando y ayudando en la preparación de la mochila; Dios mio, cuando pienso que a mis recién estrenados 42 años estoy viajando solo y con mochila siento un vértigo que me sobrecoge. Porque claro, desde el mismo momento en que sales de la puerta de tu casa a emprender el Camino, te empiezan a asaltar muchísimas dudas que no te habrían surgido a los 20 años. ¿Y si me pongo enfermo? ¿Y si pierdo la tarjeta de crédito? ¿Como le irá a mi hija en su primer día de colegio? ¿Estará realmente mi mujer de acuerdo con esta locura mía de  irme a recorrer caminos empolvados por los siglos?
La respuesta a esos miedos y sombras que uno mismo crea no tardaría en llegar. Y,como suele suceder, de la forma más espontánea y sencilla. Fue la sonrisa de mi hija de seis años quien me dijo: Papá, tienes que ir. siempre dices que las promesas hay que cumplirlas. Y a partir de ahí todo se fue allanando: mi mujer me despidió en la estación de tren, mi hija entre emocionada y orgullosa por lo que su padre hacia......y los miedos se evaporan a la espera de otros nuevos temores que habrá que ir combatiendo.
Y aquí estoy. Solitario, en un tren atestado de gente que no se habla entre sí y camino de León, lugar desde el que comienza mi andadura. Cada día iré publicando una entrada, y anotar así mis experiencias. Unas veces estaré más alegre y divertido. Otras, sereno y reflexivo. ¿No es acaso la vida así?  Espero vuestros comentarios.